Una forma sencilla de cultivar la gratitud es a través de una práctica diaria de agradecimiento. Cada mañana al despertar, tómate unos momentos para reflexionar sobre tres cosas por las que te sientes agradecido en ese momento. Pueden ser pequeños gestos, momentos de alegría o personas que te han apoyado. Al hacer de esta práctica un hábito, entrenamos nuestra mente para enfocarse en lo positivo y nos abrimos a recibir aún más bendiciones en nuestras vidas.