La sinceridad en el Bushido no solo se refería a decir la verdad, sino también a vivirla. Un samurái sincero era aquel cuyas palabras y acciones eran congruentes, reflejando un compromiso inquebrantable con la honestidad y la integridad. En el Bushido, no había lugar para la hipocresía o la falsedad. La sinceridad era vista como una forma de expresar la pureza del corazón y la claridad de la mente. Este enfoque en la sinceridad ayudaba a los samuráis a cultivar relaciones de confianza y a mantener su honor intacto. En la vida cotidiana, el principio de Makoto nos recuerda la importancia de ser honestos con nosotros mismos y con los demás, y de vivir de una manera que refleje nuestros valores más profundos.